martes, abril 12, 2005

Doce

Cuatro por tres:
El trono del imperio entre los hijos
que clavan lanzas en la tierra viva.
Las parcas que preparan su caldero
para los frutos que caerán.

Seis por dos:
La mosca se desliza por mi brazo.
Busca comida y su liviano espíritu
(que no es mendaz ni sucio pues no sabe)
se llena con la calle interminable,
prometedora.

Uno por doce:
No están en el retrato ni el ahorcado
que tuvo sus monedas y su sitio
de honor en el reparto de la historia,
ni el del horror entre las convulsiones,
asqueado de su cuerpo, que tomó su lugar
para la devoción y las doctrinas.
Hablan, tras bastidores, mientras llega
su hora de salir: ¿Cómo has estado?

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